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Contracepción. Métodos, ventajas e inconvenientes

Introducción

Introducción

La dimensión de la sexualidad está íntimamente ligada a la procreación. Y aunque ésta no siempre es el objetivo de un encuentro sexual, evitar la concepción no ha sido fácil. A lo largo de la historia se han sucedido diferentes métodos anticonceptivos y aunque los actuales son cada vez más eficaces e inocuos, aún es un campo abierto en la investigación.

La concepción

El cuerpo de la mujer durante su época de fertilidad, que abarca desde la pubertad hasta la menopausia, se prepara cada mes para una posible fecundación. El ovario produce un óvulo que busca encontrarse con un espermatozoide y unirse a él en la trompa de Falopio. Una vez en la trompa de Falopio, el óvulo mantiene de 48 a 72 horas su capacidad para ser fecundado.

El hombre libera en cada eyaculación unos 200 o 300 millones de espermatozoides, que depositados durante el coito en las proximidades del cuello uterino, pueden llegar a vivir de 48 a 72 horas. Ascienden en grandes cantidades por el útero, atraviesan las trompas de Falopio y su objetivo consiste en unirse al óvulo. Cuando el óvulo es fecundado por un espermatozoide, se forma una nueva célula única (huevo o cigoto) portadora de información genética proveniente de ambos padres, entonces se desencadena todo el proceso de desarrollo de un ser humano.

Por lo general, esta unión entre óvulo y espermatozoide no tiene lugar. Por eso, pasados entre 12 y 14 días de la ovulación, se produce el sangrado menstrual, la menstruación.

En la actualidad, gracias a los avances científicos, se puede decidir en qué momentos de la vida se desea tener hijos, pero para poder elegir se ha de disponer de información suficiente sobre las diferentes opciones con las que se cuenta para el control de la natalidad.

La decisión sobre qué método utilizar para evitar un embarazo no deseado debe hacerse de modo responsable y puede tomarse de manera individual o compartida, si se vive en pareja. La elección de un método anticonceptivo concreto suele depender de diversos factores, entre los que destacan la edad, el estado civil, la calidad en la relación de la pareja (confianza entre ambos, cooperación, nivel de compromiso), la situación económica y laboral, las creencias religiosas, las actitudes hacia la sexualidad, el estado de salud, el número de hijos que se tienen, las experiencias anteriores en el uso de métodos de anticoncepción, etc., así como las características específicas de los diversos métodos (eficacia, comodidad, efectos adversos, etc.).

Los modernos métodos contraceptivos han influido de manera decisiva en los hábitos sexuales porque facilitan mantener relaciones en las que prácticamente se descarta el riesgo de embarazo y han permitido, sobre todo a la mujer, alcanzar cuotas altas de autonomía sobre su propio cuerpo.